AMN. – Aquí lo anticipamos, que adelantar la sucesión presidencial era uno de los errores políticos más garrafales cometidos por AMLO que no solo provocaría ingobernabilidad en el país, sino terribles luchas intestinas entre las chinches chupeteadoras que cada 3 o 6 años se disputan rabiosamente el poder y nuestros dineros públicos.

El principal actor de esa ingobernabilidad es AMLO, seguido de un pendenciero de callejón de nombre Adán Augusto López cuya misión como titular de gobernación es la de propiciar la gobernabilidad y la convivencia armónica y civilizada entre todos los sectores de la sociedad. Lo triste es que ese espécimen político, nada tiene de político y como politicastro, se dedica a pelearse con todo el mundo que no piensa igual que él y así quiere ser presidente de México; cuando que lo que urge en México es un político docto en ciencia política, sensibilidad humana, que tenga mano dura y que sea capaz de propiciar la reconciliación nacional.

Urge que todos nos escuchemos y nos respetemos. Que nos pongamos de acuerdo en lo fundamental que requiere la patria mexicana, sin importar que no pensemos igual que el otro.

Pero, lo más terrible de la ingobernabilidad que campea en México es que ese fenómeno de inestabilidad política y social lo esté propiciando el presidente de la república y las ambiciosas corcholatas que creen tener los méritos para suceder a López Obrador, quien ha dado sobradas muestras de estar destruyendo a México. Esas corcholatas que quieren la silla presidencial están protagonizando pleitos intestinos hacia el interior de Morena al más puro estilo de esas comadres que un día se desgreñan y al día siguiente, se juran amor eterno fingiendo una falsa unidad.

¿Merece esas chinches chupeteadores de la clase política volver a contar con nuestros votos en las urnas? ¿Vale la pena seguir dándoles alas a los alacranes o crear cuervos, para que después nos saquen los ojos? ¿El pleito de comadres que protagonizan Ricardo Monreal y Laida Sansores, tendrá un final feliz?

La señora Sansores es experta en realizar el trabajo sucio a quien le da de comer, en éste caso AMLO y tampoco mordió la mano cuando Carlos Salinas la hizo diputada federal plurinominal y todo porque Carlos Sansores, padre de Layda se lo pidió encarecidamente y para ello se tuvo que sacrificar a un distinguido priísta. Ello refleja que, por conseguir un hueso en el gobierno, esas chiches chupeteadoras son capaces de traicionar hasta al más pintado. Son mercenarios políticos, expertos en lamber botas.

En su marranon programa televisivo el Martes del Jaguar, la señora Sansores difundió un supuesto audio entre Ricardo Monreal y el innombrable Alito Moreno, con el único ánimo de sacar de la jugada al actual líder senatorial, pero ¡aguas! porque AMLO y la Sansores podrían hacer a Monreal, un político con casi 50 años de experiencia, también mercenario del poder, pero con ciencia política, capaz de llevar a México a la tan anhelada reconciliación nacional y quizá a la tan esperada pacificación del país, solo que Monreal llegaría a Tlatoani postulado por una poderosa alianza opositora. AMLO llevará en el pecado la penitencia


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