AMN. – En 1961, Gabriel García Márquez publicaría su primer libro En este pueblo no hay ladrones, “un pequeño cuento” que primero fue llevado al teatro y luego, al cine.

Era la historia de un pequeño pueblo colombiano que comenzaba a tener fama de corrupto. El personaje central era Dámaso que se volvió célebre por haber robado las bolas de billar del único centro de diversiones que había en ese pueblo, las guardó en su casa durante algunos meses. Su esposa estaba enterada de que junto con otros bribones había perpetrado el hurto. Dámaso seguía viendo al dueño del billar hasta que un día se arrepintió y regreso las 3 bolas de billar, pero no contaba con que don Roque, el dueño del billar lo esperaba con tamaña pistolota y con las manos en las bolas, se lo llevó con el alcalde del pueblo.

¿Por qué hablo de que en este pueblo no hay ladrones, ni hay corrupción, sino pura honestidad valiente, pura pureza democrática porque en este pueblo de los “abrazos y no balazos”, “no somos iguales”? Y señalar de corruptos a los moradores de este pueblo eso sí calienta.

Pero más calienta cuando la miope justicia de la Fiscalía para Delitos Electorales encontró que Pío, el hermano del presidente es un angelito y que jamás recibió en el 2014 dinero para financiar el nacimiento del partido Morena. Hoy sabemos que el gobierno de Chiapas le entregó al menos dos millones 430 mil pesos, pero el fiscal José Agustín Ortiz Pinchetti, nos dijo a los mexicanos que “en este pueblo no hay ladrones” y que los vídeos en los que se observa a Pío recibiendo los fajos de dinero de manos de David León, funcionario del gobierno chiapaneco, no tienen ninguna validez jurídica, que no constituyen ninguna prueba de que en este pueblo haya ladrones.

Allá en mi tierra, los rancheros tienen una máxima “tan peca el que mata la vaca como el que le agarra la pata”. Pero como Pío es hermano del presidente de la república, pues el fiscalito de risa se tardó una eternidad eterna para decirnos que en este pueblo no hay ladrones.

Seguramente José Ortiz Pinchetti quería ver los fajos de billetes y pues esos dineros ya se gastaron para llevar a ya sabe quién a la grande. El propio Pío había dicho con todas sus letras que esos dineros eran para financiar a Morena, pero su hermano AMLO dice que, en ese entonces, Morena era solo entonces un movimiento y no un partido, pero que yo recuerde ya estaba conformado como partido y AMLO ya se frotaba las manos para ganar la elección presidencial del 2018, pero como esos sinvergüenzas del poder creen que los mexicanos no tenemos memoria, pues nos engañan con los tacos de lengua y el atolito con el dedo.

AMLO se ha exhibido desde siempre como un politicastro impoluto, es decir que es la pureza andando, es el Dios Quetzalcóatl o algo muy cercano a Jesucristo, pero el libro El Rey del Cash lo ha encuerado, igual que a sus canchanchanes que junto con él conformaron una monstruosa red de corrupción y que exhibe entre otros a los chuchos del PRD quienes lo financiaron con 300 millones de pesos y AMLO los traiciono, o don Octavio Romero Oropeza, director de Pemex quien como funcionario del gobierno capitalino desviaba cientos de millones de pesos para financiar a AMLO para sus 3 campañas electorales, aunque también figura preponderantemente el actual canciller Marcelo Ebrard, quien desvió miles de millones de pesos del gobierno chilango para los mismos fines de López Obrador, dineros que se los quitó a la mal hecha Línea 12 del metro con el trágico fin que ya sabemos y hoy Ebrard sueña con ser el nuevo Tlatoani, pero los bisnes con AMLO y Claudia Sheinbaum aquí se los platicare muy pronto y como usted puede ver, en este pueblo no hay ladrones.


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